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.Al instante su mente empezó a recibir una multitud de pequeños mensajes procedentesde aquel cuerpo fijado, el cual resultó estar en posición fetal, con ambas manostiernamente ahuecadas sobre sus genitales, fláccidos como un trapo tras su tortura por elorgasmo similar a un acceso de estanguria en el abrazo esquelético de la hermana Dolormoteada de azul.El recuerdo de aquel terrible estallido le hizo preguntarse por un momento si no estaríacontemplando otro de los aposentos de Hisvet en Lankhmar Inferior, tal vez el de supadre, el brujo Hisvin, y Cuartita no tardaría en entrar desnuda para dar la alarma.y latemible dama azulada volvería a deslizar su huesuda mano como un ciempiés alrededorde la cintura, por detrás, mientras él yacía atrapado y confinado por la tierra.¡Pero no! La misma tierra que le aferraba de modo tan íntimo había cambiadoprofundamente de textura y olor.El Ratonero se dijo que las rocas molidas por lanaturaleza para producir aquella tierra habían sido ígneas y metamórficas más quesedimentarias.La humedad que contenía no era la salobre de la Marisma Salada y ladesembocadura del río Hlal, sino que tenía la fuerza cortante de los arroyos mineralizadosque descienden de Lankhmar.Los efluvios mezclados no eran los de la políglotaLankhmar, sino de una comunidad más profunda y secreta con un olor a setas quesaturaba el entorno.¡Vino de hongos! Una segunda contemplación de la nueva estancia bajo tierra y sus ocupantes aclarómucho las cosas.Aunque por un momento hubiera confundido a Hisvin, que tenía eltalante de un maestro de escuela y era quisquilloso, con aquel autoritario personaje quehablaba con el joven de aspecto taimado que estaba ante él, la nariz ganchuda, lasmejillas carunculadas, el orgulloso rostro de halcón, pero, sobre todo, los globos ocularesrojos como el rubí con iris blancos y brillantes pupilas negro azabache., estos últimoshabrían bastado para decirle (de no ser por los restos de la amnesia ocasionada por latortura) que sólo podían ser los de Quarmal, señor de Quarmall, en muchos aspectos elpeor enemigo que tenían él y su amigo Fafhrd.En cuanto se dio cuenta de esta circunstancia, observó otros indicios de la identidad ylugar de la escena, como una cortina de cuerdas suspendidas que se ondulaba haciaadentro en el extremo de la sala, y detrás de ella, vagamente visible, un monstruohumano de gruesos muslos y brazos cortos que caminaba sin avanzar., uno de los casiidiotizados esclavos criados especialmente para mover las ruedas de andar que hacíangirar los grandes ventiladores de madera que insuflaban aire a los numerosos nivelescomunicados mediante rampas de la ciudad sepultada y sus campos de hongos, que eraninmensas salas de techo bajo.Era incuestionable que el Ratonero volvía a encontrarse a media distancia más de laIsla de la Escarcha de lo que había estado cuando le dio alcance la hermana Dolormientras espiaba el remedio de Hisvet contra el aburrimiento en las tediosas tardes deLankhmar Inferior, la distancia semiduplicada., una hazaña prodigiosa, es precisoadmitirlo, de travesía subterránea.A menos, naturalmente, que ambas experienciasfuesen incidentes de una larga pesadilla soñada mientras permanecía someramenteenterrado en la colina del Patíbulo, lo cual parecía cada vez más la explicación másplausible de todo aquel embrollo subterráneo, siempre que finalmente fuese rescatado deallí.Al salir de esta ensoñación, el Ratonero se cercioró de que su somera respiración deaire atrapado en la tierra era todavía espontánea y luego exploró de nuevo la largahabitación con las paredes cubiertas de libros, mapas e instrumentos filosóficos.¡Cuancaracterística de la mayor parte de su vida era su situación presente! Estar en el exteriorempapado por la lluvia o bajo una intensa nevada o (como ahora) en peores condicionesy contemplando una acogedora morada de cultura, comodidad, compañía y educación.¿Qué hombre no se volvería hacia el robo y el allanamiento de morada cuando seencontrara con semejante destino a la vuelta de cada esquina?Pero se dijo que debía ocuparse de nuevo del asunto que tenía entre manos y reanudósu exploración de la espaciosa sala con sus dos ocupantes y medio (el medio era elmonstruoso esclavo de la rueda de andar, que se afanaba detrás de la ondulante cortinade cuerdas en el extremo).El señor Quarmal, que hablaba sin emitir sonido alguno, estaba encaramado en un altotaburete al lado de una mesa estrecha, y el joven atento (cuyas obedientes respuestas oréplicas eran igualmente inaudibles) parecían excelentes ejemplos de la delgadez en laedad provecta y la juvenil.y también de la cautela, a juzgar por sus expresiones.Observó también un parecido familiar en sus rasgos, aunque en los ojos del joven nohabía rastro de los globos rojo rubí y los iris blancos del viejo, mientras que las largasguedejas del último entre las orejas arrugadas y la coronilla calva carecían de la tonalidadverdosa que mostraba el pelo muy corto del otro.El Ratonero se preguntó de qué recelaban.Era una lástima que no pudiera oír lo quedecían.Recordando que había tenido la misma dificultad para oír a Hisvet y sus doncellasal principio, concentró su atención (o más bien el sentido auditivo oculto) en un esfuerzopara lograr que las palabras le llegaran con la misma claridad que la imagen.Al cabo de un rato, como no conseguía ningún resultado, se dijo que debía de estarpresionando.Relajó la concentración y dejó que su mente vagara.Un gesto de Quarmal con la larga y delgada varita que sujetaba dirigió su atención al gran mapa de Nehwon,cuya hermosa ejecución tentó a Ratonero a examinarlo casi ociosamente durante un rato.Los colores eran casi naturalistas, los azules representaban mares y lagos, el amarillodesiertos, el blanco nieve y hielo y así sucesivamente [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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