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.No queda ninguno de los grandes coches que elmismo Caracciola acostumbraba a pilotar.Ganaron todas las carreras en las queparticiparon restalló de pronto, como si yo hubiese formulado alguna objeción, y apuntóluego a los polvorientos trofeos que había en las estanterías adosadas a las paredes.Fue la depresión la que nos mandó al traste.No quedaban ya ricos que encargasencoches que no fuesen de serie.Mr.Stuart acabó el último de los suyos el día antes quelos bancos le arruinaran.Se marchó de Oíd Georgetown en él y nunca más se ha sabidosu paradero.En una amarillenta fotografía, pegada a la pared, aparecía Mr.Stuart con una manoposada sobre el capó de
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