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.Los Latcher no son gente de fiar.No son buenos cristianos,por eso se quedó embarazada la chica.Seguramente pedirán dinero para cerrar el trato. ¿Dinero? No sabemos lo que pedirán  apuntó mi madre. ¿Tú crees que lo hizo, mamá?Vaciló un segundo antes de contestar en un susurro: No. Yo tampoco lo creo  dije para conferir más fuerza a la afirmación.Defendería a Ricky con uñas y dientes y, si alguien mencionaba al bebé Latcher, estaba dispuesto aluchar a brazo partido.Pero Ricky era el principal sospechoso, y todos lo sabíamos.Los Latcher raras veces abandonaban sugranja.Había un chico de los Jeter a más de tres kilómetros de distancia, pero yo jamás lo había vistoen las inmediaciones del río.Los únicos que vivíamos cerca de los Latcher éramos nosotros, y Rickyel mujeriego y calavera más próximo.De repente, los asuntos de la iglesia adquirieron importancia y mi madre y Gran se pusieron a hablaranimadamente de ellos.Yo tenía muchas otras preguntas que hacer acerca del bebé de los Latcher,pero no tuve ocasión de formular ninguna.Al final, me harté y me fui a la cocina a escuchar laretransmisión del partido de los Cardinals.Me moría de ganas de estar en la parte de atrás de nuestro camión en la granja de los Latcher,escuchando a escondidas cómo manejaban los hombres la situación.Mucho después de que me hubieran enviado a la cama, aún permanecía despierto luchando contra elsueño, pues el aire estaba lleno de voces.Cuando mis abuelos hablaban en la cama, los suavesmurmullos de sus voces llegaban a mí por el estrecho pasillo.No entendía una sola palabra y ellos, porsu parte, trataban por todos los medios de que nadie los oyera.Sin embargo, en ocasiones, cuandoestaban preocupados o pensaban en Ricky, no podían evitar hablar hasta altas horas de la noche.Mientras permanecía tumbado en la cama escuchando sus amortiguados murmullos, comprendí que lasituación era grave.Mis padres salieron al porche delantero y se sentaron en los escalones, a la espera de que una suavebrisa aliviara el implacable calor.Al principio, hablaban en voz baja, pero las preocupaciones erandemasiado grandes para que moderasen sus palabras.En la certeza de que yo dormía, levantaron lavoz más que de costumbre.Me levanté y repté por el suelo como una serpiente.Miré por la ventana y los vi sentados en el lugarde siempre, a escasa distancia y de espaldas a mí.Yo asimilaba cuanto oía.Las cosas no habían ido bien en la granja de los Latcher.Libby se encontrabaen la parte de atrás de la casa con el bebé, que no paraba de llorar.Todos los Latcher tenían los nerviosde punta y estaban agotados.El señor Latcher se había enfadado con Percy por haber venido a nuestracasa, pero su enojo era mucho mayor cuando hablaba de Libby.Ésta les había dicho que no queríatontear con Ricky, pero que él la había obligado.Pappy lo negó, e incluso afirmó que dudaba queRicky conociera a Libby, pero no tenía modo de demostrarlo.En cambio, ellos sí tenían testigos.El propio señor Latcher dijo que en dos ocasiones, justo después deNavidad, Ricky había aparecido en el patio anterior de su casa con el camión de Pappy y se habíallevado a Libby a dar un paseo.Habían ido a Monette, donde Ricky la había invitado a un refresco.Mi padre comentó que, en caso de que así hubiera ocurrido, Ricky debió de elegir Monette porque allíhabía menos gente que lo conocía.Jamás se habría dejado ver en Black Oak con la hija de unaparcero. Es una chica muy guapa  señaló mi madre.80 John Grisham LA GRANJAEl siguiente testigo era un niño de no más de diez años.El señor Latcher lo llamó y lo hizo salir delgrupo que se encontraba a la espera delante de los escalones del porche delantero.El niño declaróhaber visto el camión de Pappy aparcado al final de una hilera de algodón, cerca de un matorral.Seencaramó al camión sin que nadie lo advirtiera y vio a Ricky y Libby besándose.No se lo dijo a nadieporque tuvo miedo, y sólo hacia unas horas que había revelado la historia [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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