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.AsÃ, si yo ganase, serÃa conocido como Darren Shan el Aullador durante los doce años siguientes.Obviamente, no tenÃa ninguna posibilidad de ganar, ya que, como semi-vampiro, mi voz se contaba entre las más débiles, y fui de los primeros en quedarme callado.Gradualmente, las demás voces fueron quebrándose hasta apagarse, una tras otra, hasta que al final sólo unos pocos siguieron resistiendo, con las caras rojas por el esfuerzo empleado en tan fieros rugidos.Mientras los últimos vampiros aullaban hasta quedarse roncos, el resto animaba a sus favoritos:–¡Resiste, Butra!–¡Aúlla como un demonio, Yebba!Y golpeaban el suelo con los pies y las manos.Al final, el concurso lo ganó un enorme vampiro llamado Yebba.Ya lo habÃa ganado dos veces anteriormente (aunque no en el último Consejo), y era un vencedor popular.Hubo una corta ceremonia, en la que tuvo que beberse una cuba de sangre de un tirón, sin descansar, y luego fue nombrado Yebba el Aullador por Paris Skyle.Apenas terminó el PrÃncipe de pronunciar las palabras, la banda empezó a tocar, y los vampiros iniciaron el baile.La banda se componÃa enteramente de baterÃas, que mantenÃan un ritmo lento y potente.Mientras los vampiros danzaban rÃgidamente (con pasos cortos, idóneos para aquella música de funeral), cantaban antiguas canciones, que hablaban de grandes batallas y de campeones, alabando a quienes habÃan muerto noblemente, y maldiciendo a los que habÃan traicionado o avergonzado al clan (aunque sin pronunciar sus nombres: por tradición, nunca se mencionaba a los traidores ni a los vampiros de baja categorÃa).Intenté bailar (habÃa turno para todos), pero no se me daba bien.PodrÃa haberme puesto a saltar de un lado a otro si se hubiera tratado de algo rápido y ruidoso, pero esto era demasiado preciso.Si no sabÃas hacerlo bien, parecÃas ridÃculo.No saber la letra de las sombrÃas canciones era otro inconveniente.Además, bailar empeoró más que nunca mi picazón, y me esforcé cuanto pude en no rascarme la espalda.Al cabo de unos minutos, me disculpé y salà de allÃ.Estuve buscando a Seba Nile, que me habÃa dicho que tenÃa algo para mi escozor.Hallé al intendente en la segunda Cámara.Estaba bailando y dirigiendo los cánticos, asà que tomé asiento y esperé a que acabara.Gavner Purl estaba en la sala; me descubrió al cabo de un rato y se sentó a mi lado.ParecÃa exhausto y su respiración era más pesada de lo habitual.–Sólo hace una hora o asà que salà de mi ataúd -me explicó-.Dos de mis viejos tutores me atraparon y tuve que pasarme el dÃa entero escuchando sus historias.Hubo una pausa en la música, mientras la banda bebÃa sangre y preparaba la siguiente canción.Seba se inclinó ante sus compañeros y abandonó la pista de baile durante el intermedio.Agité una mano en el aire para atraer su atención.Se detuvo para coger una jarra de cerveza, y luego se acercó tranquilamente.–Darren, Gavner… ¿Os lo estáis pasando bien?–Lo harÃa si me quedaran fuerzas -resopló Gavner.–¿Y tú, Darren? – me preguntó Seba-.¿Qué te parece el Festival de los No Muertos?–Extraño -respondà sinceramente-.Primero se ponen todos a aullar como animales salvajes… y luego bailan como robots.Seba ahogó una risita.–Mejor que no lo digas en voz alta -me reconvino amablemente-.PodrÃas herir sus sentimientos.La mayorÃa de los vampiros se enorgullecen de sus bailes… Piensan que bailan con mucho estilo.–Seba -dije, rascándome las piernas-.Me dijo que tenÃa algo para aliviarme el escozor, ¿recuerda?–SÃ.–¿Le importarÃa dármelo ahora?–Es que tardarÃamos en ir a buscarlo -dijo Seba-.TendrÃamos que hacer una pequeña expedición, bajar a los túneles que hay debajo de las Cámaras…–¿Podemos ir cuando tenga tiempo? – insistÃ.–Tengo tiempo -dijo-.Pero primero ve a buscar a Kurda Smahlt.Le prometà que le dejarÃa acompañarme la próxima vez que hiciera este viajecito.Quiere hacer un mapa de la región.–¿A dónde le digo que vamos? – inquirÃ.–Dile que a donde vagan los arácnidos.Sabrá a qué me refiero
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