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.algunas más crecidas, algunas menos.algunas másesclarecidas, otras más oscuras.algunas con unasnecesidades y otras con otras. Entonces no se puede decir nunca nada protesté. Eso también es riesgoso. dijo el gordo y se acomodó en unalmohadón en el piso.Yo agarré también un almohadón y me dispuse a escuchar otrocuento en ese día.El gordo siguió. Cuando mi hija tenía cinco años, mi esposa y yocomprábamos asiduamente libros de cuentos que despuésleíamos para ella y para su hermano antes de dormir.En unode esos libros infantiles leímos juntos un cuento que sellamaba: El Centauro.Te voy a contar ese cuento porque hoyme parece que fue escrito para ti.Había una vez un centauro, que, como todos los centauros, eramitad hombre y mitad caballo.Una tarde, mientras paseaba por el prado sintió hambre. ¿Qué comeré? pensó ¿Una hamburguesa o un fardode alfalfa, un fardo de alfalfa o una hamburguesa?.Y como no pudo decidirse, se quedó sin comer. ¿Dónde dormiré? pensó ¿En el establo o en un hotel,en un hotel o en el establo?.Y como no pudo decidirse, se quedó sin dormir.Claro, sin comer y sin dormir el centauro se enfermó. ¿A quién llamar? pensó ¿A un médico o a unveterinario, a un veterinario o a un médico?.Enfermo y sin poder decidir a quién llamar, el centaurose murió.La gente del pueblo se acercó al cadáver y sintió pena. Hay que enterrarlo dijeron ¿Pero dónde? ¿En elcementerio del pueblo o a campo traviesa, a campo traviesa o enel cementerio del pueblo?.Y como no pudieron decidirse, llamaron a la autora dellibro que, ya que no podía decidir por ellos, revivió al centauro.Y colorín, colorado, este cuento nunca se supo que hayaterminado.DOS DE DIÓGENESDOS DE DIÓGENES Retomemos el tema del círculo. ¿Sí? Me parece comprender la parábola del rey y del sirviente, y lopeor es que me siento muy identificado.La verdad es que creoque cada vez que no tengo grandes complicaciones en elhorizonte, empiezo a buscar qué le falta a esto o aquello paraser perfecto.Lo digo y me parece terrible, pero no lo puedoevitar. La sociedad que somos, da señales claras de que tu posturaes la que se espera que tengas. ¿Por qué? Porque toda la idea de la sociedad postindustrial está basadaen tener y no en ser, como diría Erich Fromm.Y paraconvencernos de que esto es verdad, nos han condicionado conun axioma que viene naturalmente a nosotros, si no somoscapaces de evitarlo.Esta frase es a la vez usada como motor ycomo trampa. ¿Una frase? Sí.La frase es: QUÉ FELIZ SERÍA YO CON LO QUE NO TENGODonde lo que no tengo no es un auto, una casa, un buensueldo, una pareja.Lo que no tengo es lo que no tengo ;quiero decir una unidad no posible.Dicho de otra manera: si yo consiguiese tener lo que notengo, no me haría feliz porque ese algo (auto, casa, novia, etc.)al tenerlo, dejaría de ser lo que no tengo y siguiendo elaxioma, sólo podré ser feliz teniendo lo que no tengo. ¡Pero esa trampa no tiene salida! NO, si no puedes cambiar de axioma. ¿Y se puede? Todos los mandatos y pautas educativas se pueden revisar,para ratificarlos o rectificarlosEl precio que hay que pagar es que los valores atados a unorden determinado, se descolocan.Y nos sentimos confusos ydesubicados hasta encontrar un nuevo orden, acorde connuestra nueva realidad.Pero llegados allí aparece el premio: la valoración de lo quetienes y la posibilidad de disfrutarlo a partir de lo que eres.Dicen que Diógenes paseaba por las calles de Atenas vestido enharapos y durmiendo en los zaguanes.Cuentan que una mañana, cuando Diógenes estabaamodorrado todavía en el zaguán de la casa donde habíapasado la noche, pasó por el lugar un acaudalado terrateniente. Buen día dijo el caballero. Buen día contestó Diógenes. He tenido una muy buena semana, así que he venido adarte esta bolsa de monedas.Diógenes lo miró en silencio, sin hacer un movimiento. Tómalas, no hay trampas.Son mías y te las doy a ti,que sé que las necesitas más que yo. ¿Tú tienes más? preguntó Diógenes. Sí, claro contestó el rico muchas más. ¿Y no te gustaría tener más de las que tienes? Sí, por supuesto que me gustaría. Entonces guárdate las monedas que me dabas, porquetú las necesitas más que yo.Y cuentan algunos que el diálogo siguió así: Pero tú también tienes que comer y eso requiere dinero. Tengo ya una moneda y la mostró y esta mealcanzará para un tazón de trigo hoy por la mañana y quizásalgunas naranjas. Estoy de acuerdo, pero también tendrás que comermañana y pasado y al día siguiente ¿de dónde sacarás el dineromañana? Si tú me aseguras, sin temor a equivocarte, que yoviviré hasta mañana, entonces, quizás tome tus monedas
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