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.Siente calor aun en los días más fríos.Se mira en los espejosy ve el rostro de su madre. No puede lograr que una niña escoja el camino de ella agregóDomina , después de intentarlo durante tantas primaveras.Tendremosque enviarla a otra Congregación cuando muera.Jenna era la única niña que no comía.Primero sintió calor en lasmejillas y luego frío.Había querido ganarse la atención de las demás aldecir lo que había dicho, pero no de esta forma.Frotó su sandalia contra lapata de la silla.El sonido suave, que sólo ella alcanzó a oír, la confortó. ¡Shhh! dijo Amalda colocando una mano sobre el brazo de Domina. Ella está bien, Domina, Catrona dijo Kadreen con su estilo directo yserio.Con un movimiento de cabeza señaló el lugar de la mesa donde sehallaban las jardineras.Su intención era advertirles que todo lo que sedijese allí, llegaría pronto a oídos de la sacerdotisa.Las trabajadoras de loscampos siempre servían a aquella que bendecía sus cosechas; lepertenecían de forma incuestionable.No era que a Kadreen le importase.43Nunca tomaba partido en ninguna disputa, sólo acomodaba los huesos ycosía las heridas, pero esto no le impedía dar un consejo de vez encuando.Y tú, Catrona, recuerda que cuando los aldeanos dicen: no existemedicina para curar el odio, tienen razón.Ya te he advertido sobre esaspasiones.No hace más que un mes te hallabas mal del estómago y tuvisteque guardar cama con el flujo hemorrágico.Haz lo que te he dicho y bebeleche de cabra en lugar de licor de uvas, y practica tu respiración latanipara calmarte.No quiero volver a verte pronto por la enfermería.Catrona emitió un bufido por la nariz y volvió a ocuparse de su comida.De forma significativa apartó la sopa y el vino y atacó el pan con deleite,untándolo generosamente con miel del pote.Jenna suspiró profundamente. No pretendía hacer nada malo dijo en una desgarradora vozinfantil.¿Qué es lo que he dicho? ¿Por qué todas estáis tan enfadadas?Amalda le dio un golpecito en la cabeza con sus cubiertos. No es tu culpa, niña le dijo.Algunas veces las hermanas mayoreshablan antes de pensar. Habla por ti misma, Amalda masculló Catrona.Entonces apartó elpan, empujó la silla y se levantó.Me refería exactamente a lo que dije.Además, la niña tiene derecho a saber. No hay nada que saber intervino Kadreen.Catrona volvió a bufar y salió. ¿Saber qué? preguntó Pynt.La respuesta que recibió fue un golpecito en la cabeza, más fuerte que elque había recibido Jenna.Jenna no dijo nada pero se puso de pie.Sin siquiera pedir que ladisculpasen, se dirigió hacia la puerta.Una vez allí se volvió. Lo sabré.Y si ninguna de vosotras quiere decírmelo, se lo preguntaréa Madre Alta yo misma. Esa niña. dijo Donya más tarde a sus doncellas en la cocina.Undía abordará a la Diosa Gran Alta en persona, recordad mis palabras.Pero nadie las recordó, ya que Donya tendía a divagar y a realizarpronunciamientos semejantes todo el tiempo.Jenna fue directamente hacia las habitaciones de la sacerdotisa, aunqueal acercarse pudo sentir que el corazón le golpeaba enloquecido en elpecho.Se preguntó si Kadreen tendría que darle una poción de flores dededal a causa de ello.Le preocupaba el hecho de que si la dosis erademasiado fuerte le causaría la muerte.Morir justo cuando acababa deescoger su camino.Sería terriblemente triste.Todas las preguntas y temores aceleraron su paso y, antes de lo quehabía planeado, llegó a la habitación de la sacerdotisa.La puerta estabaabierta y Madre Alta se hallaba sentada tras un gran telar trabajando en untapiz de la Congregación, en una de aquellas interminables tareas de la44sacerdotisa que a Jenna le habían resultado tan aburridas.Snip-snap ibansus uñas contra la lanzadera; click-clack iba la lanzadera entre las hebrasde un lado al otro.Madre Alta debió de haber visto un movimiento por elrabillo del ojo y alzó la vista. Entra Jo-an-enna dijo.Ya no había forma de evitarlo.Jenna entró. ¿Has venido a solicitar mi perdón? Madre Alta sonrió, pero el gestono llegó a sus ojos. He venido a preguntarte por qué dices que mi madre legítima no fuemuerta por un puma cuando todas las demás dicen que sí. Jenna nopudo evitar jugar nerviosamente con su trenza derecha y con la tirilla decuero que la ataba.Dicen que murió tratando de salvarme. ¿Quiénes lo dicen? preguntó la sacerdotisa en voz baja y sininflexión
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